El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, firmó el pasado jueves el nombramiento del comisario de la Policía Nacional de Algeciras, Julián Márquez, como nuevo jefe superior de la Policía de Canarias. Con este traslado, Márquez cierra cerca de cinco años al frente de la Policía Nacional de Algeciras, un periodo en el que han sucedido muchos acontecimientos.
—¿Qué balance hace de su etapa en Algeciras?
—Han sido cinco años muy, muy intensos. La verdad es que han sido cinco años con grandes momentos de inmensa alegría, como hace dos años cuando nos dieron la Medalla de Oro de la ciudad, que es el máximo reconocimiento que se puede tener, que tus conciudadanos te den la máxima condecoración, que es para llenarte de orgullo. Y luego momentos realmente trágicos, como cuando mataron al compañero, al oficial Juan Montiel, que yo no tuve el gusto de conocerlo, pero todo el mundo que lo conoció hablaba de que era una excelente persona, con una gran calidad humana. Son los momentos, los claroscuros de mi etapa. Cinco años dan para mucho.
—Pero, ¿se va satisfecho?
—Muy, muy satisfecho. Y me lo he pasado muy bien. He tenido la suerte de contar con un equipo de profesionales de lujo, porque son gente de muchísimos años, de mucha experiencia, y de aquí. Y gente que han ocupado sus plazas a plena satisfacción, y me han ayudado una barbaridad. De Algeciras no puedo más que hablar bien.
—Usted venía de El Puerto de Santa María...
—Pero yo estuve en El Puerto de Santa María veinte días. Yo iba para lo que sueles ir, un par de años, tres, cuatro. Pero a los 15 o 16 días me llama el jefe superior y me dice que si me quiero venir para acá. Y yo, encantado.
—¿Qué tipo de ciudad es Algeciras desde el punto de vista policial?
—Algeciras tiene un tipo de delincuencia que es de bajísima intensidad. El otro día leí una cosa que me dio pena, la verdad. En la valoración de los municipios de más de 100.000 habitantes, Algeciras era el último. Y, entre otras cosas, alegaban a la seguridad. Cuando yo me hice cargo de Algeciras, mis compañeros me llamaban y me daban el pésame. Me decía que si estaba loco, que dónde me había metido. Porque es que, la sensación, lo que se vende por ahí, que no entiendo por qué, es que en Algeciras están todo el día a tiros y están todo el día con los fardos de hachís por la calle, por la avenida del Carmen. No lo entiendo. Sin embargo, la delincuencia que hay aquí es de bajísima intensidad. Robos dentro de coches, robos de coches han bajado bastante, robos en vivienda o locales… Pero delitos violentos, los atracos, es raro. Y, sin embargo, parece ser que es lo que hay aquí. Y no es cierto. No voy a decir que al que le han robado esté contento. Tiene todo el derecho a estar cabreado. Pero yo trabajo con las cifras, y con las cifras no se corresponde con eso. Hay muchas broncas los fines de semana, en las discotecas, que yo no sé por qué hay esa afición a zurrarse la gente, pero cuando nos reunimos por la mañana en el briefing diario, los lunes son broncas en las discotecas y por las noches. Pero por lo demás, no.
—Es cierto que la comarca tiene una mala imagen en general, probablemente por su carácter fronterizo..
—Puede ser. Algo tiene que tener, desde el punto de visto sociológico, que yo no alcanzo a comprenderlo. El Campo de Gibraltar, por ejemplo, no da funcionarios públicos. Aquí, del número de funcionarios que integra la plantilla, hay un porcentaje bajísimo de gente de aquí. Es decir, son gente que viene de paso. Lo mismo que en el arco de la Bahía de Cádiz sí hay funcionarios, aquí no. Algo tiene que tener, porque el hecho de la mala fama, que, por cierto, no la tienen otras poblaciones de al lado, sólo Algeciras. Es una cuestión que tenéis que forzaros todos los estamentos en una campaña de lavado de imagen.
—Pero sí es un punto caliente del tráfico de droga, ¿no?
—En cuanto a droga es un punto caliente como puede ser cualquier otro. Lo que sí es verdad es que tenemos un megapuerto por el que, evidentemente, intentarán meter toda la droga que vaya para arriba, para el resto de Europa y de España. Pero no es más caliente que otros puntos. Yo no veo que haya una cosa especialmente grave en comparación con otros sitios. Sin embargo, también es otra de las famas que se le da a Algeciras. Parece que es que vayas a ir por la Virgen del Carmen y vayan a ir con los fardos de hachís en un carrito. Tampoco es eso.
—Recientemente, Barrio Vivo le dio un premio por su lucha contra la droga, y Alternativas valoraba su ascenso como un reconocimiento al éxito en este trabajo...
—Yo me marqué que el tráfico de estupefacientes no es sólo las grandes operaciones. Cuando me dieron el reconocimiento de Barrio Vivo, acabábamos de hacer el fin de semana anterior una operación de unos 700 kilos de hachís y siete detenidos. No es sólo esto. A mí me preocupa, tanto como esto, el menudeo, los puntos de venta. Está claro que si no existiese el anterior, este no iba a existir. Pero esos puntos negros destrozan. Van directamente al consumidor, casi siempre son jóvenes. Y destrozan el ambiente del barrio, porque ya no quieres ir, igual que si hay prostitución. El menudeo destroza al joven consumidor y a todo el ambiente de la barriada, porque la gente que acude allí son gente con un aspecto en concreto, puede haber peleas. Y por eso nos lo marcamos. Pero no es una actividad que haya asumido yo en solitario, sino que nos lo marcamos el equipo entero. El reconocimiento que me hizo Barrio Vivo lo hago extensivo a la gente de la Comisaría, no ya sólo a las udycos, sino a los coches patrulla, a los que están en la puerta... Pero sí me preocupó.
—Pero, da la sensación de que, desarticulación tras desarticulación, se sigue vendiendo droga en los mismos lugares. ¿Es un fenómeno inextinguible?
—Es que tienen a pervivir. A lo mejor tenemos una barriada problemática, con pocas infraestructuras urbanísticas… Y si hay allí un punto de venta, ellos van a seguir allí, y van a intentarlo otra vez. Pero, para eso estamos nosotros. Lo van a intentar otra vez porque es allí donde se sienten seguros. Tienen posibilidades económicas de trasladarse a otro sitio, pero no lo van a hacer. Esto no es un problema solamente policial. La parte nuestra es reventar los pisos. Pero es que ahí tiene que haber una implicación de todas las instituciones. Es cambiar la configuración de un barrio.
—Las coordinadoras están trabajando mucho en ese ámbito...
—Sí, sí, sí. Todas las coordinadoras están haciendo un gran trabajo para hacer más habitables los barrios. Pero no es sólo de las coordinadoras, ahí tiene que haber implicación de las administraciones, y mientras que no se impliquen las administraciones es muy difícil cambiar la configuración de un barrio.
—Durante su etapa se han conseguido muchos hitos en Algeciras, como la Comisaría nueva o los Greco. ¿Se han mejorado las posibilidades de trabajo?
—Sí, se han mejorado mucho. De hecho, cuando yo llegué aquí, veníamos de un catálogo del orden de 400 funcionarios, ahora tenemos más de 500. Ha habido sobre el catálogo original, dos ampliaciones de catálogo, en uno 22 y en el otro 35. Es decir, estamos hablando de números altos. En el tiempo que he estado lo he notado, se le ha dado a la Comisaría de Algeciras el tratamiento que se merece, de una gran importancia, porque es una Comisaría muy importante, y se le ha reconocido. Estamos hablando de un CIE y la ampliación de uso del de Tarifa, de una cárcel con 1.800 internos, un puerto con dos millones de personas pasando todos los años en la OPE… Estamos hablando de cosas muy importantes, y al final se les están reconociendo.
—Otro avance fue estructurar la Comisaría con varios comisarios...
—Se ha traducido en que el comisario jefe no tiene que asumir todas las funciones como antes. Aunque, antes de la llegada de los comisarios, había y hay una gran profesionalidad del segundo escalón, pero es que esas funciones ya las asume principalmente el segundo de la Comisaria, la Unidad de Coordinación Operativo Local. Es decir, toda la cuestión operativa, la coordina él, cosa que yo he descargado y me tengo que dedicar a la dirección pura de la Comisaría. Se nota mucho, y ha sido otro de los grandes hitos que se ha logrado. Hacía muchos años que no se hablaba de tres comisarios en Algeciras. Y ahora, porque se ha producido esta marcha mía rápida y no ha habido tiempo para convocar la plaza de segundo jefe, que me imagino que la convocarán.
—Se habla mucho de que ha cambiado el perfil del delincuente debido a la crisis, ¿lo han notado?
—No. Eso se ha conocido siempre como el hurto o el delito famélico, pero yo no lo estoy notando. O sea, el que entra en una tienda a robar garbanzos o jamones, no lo estamos notando. Que el que roba para hacer dinero no sea todo para droga y una parte importante para comer. Pues puede ser. Pero no ese está notando un cambio especial. De hecho, el año pasado, a pesar de que estábamos en plena crisis, los delitos contra la propiedad bajaron curiosamente.
—Sin embargo, hay una mayor sensación de inseguridad. ¿Es ficticia?
—Pues sí. Siempre se barajan los dos grandes conceptos de seguridad objetiva y subjetiva. Pero es muy claro. En la seguridad objetiva estamos hablando de números. No hay asesinatos ni grandes delitos, y esto es seguridad objetiva. Pero el señor que, aunque sea, le hayan levantado el monedero en el mercadillo, se coge un cabreo importante. Y tiene razón. Y para esa persona no hay seguridad. Pero yo lo entiendo. Lo que pasa es que tenemos que valorar los dos conceptos, y hay que apoyar a esa persona en todo momento, precisamente para eso , para que vuelva a tener sensación de seguridad.
—¿Qué nos puede decir de la figura de su sucesor?
—De la figura de mi sucesor no puedo hablar más que bien porque, primero, es un hombre de aquí, criado aquí. Que lleva un año aquí y ha demostrado su valía profesional, y tiene una enorme capacidad de trabajo, de las que asombra. Y, sobre todo, aunque eso es mejor que se lo dijese él, es una persona que, partiendo de un origen muy humilde, se ha hecho a sí mismo, y ha llegado a donde ha llegado, y más que llegará.
—¿Qué queda por hacer aquí?
—Tratar de conseguir, desde el punto de vista policial, que la gente quiera quedarse aquí. Yo no sé si legalmente hay alguna posibilidad o no, pero habría que buscar algo para que la gente quiera estar en Algeciras. El problema que yo le veo a Algeciras es la falta de estabilidad. . Y otra cosa, que a mí me da mucha pena, es la injustificada mala fama que tiene Algeciras. Conmigo, los algecireños pueden saber que, si no hay Embajada de Algeciras en Canarias, ya llevan una. Pero esa tarea es vuestra.
“La Jefatura de Canarias es estratégica”
Julián Márquez ya se está preparando para su nuevo destino como jefe superior de la Policía Nacional de Canarias. “La noticia la recibí una mañana, el lunes día 13, que se publicó el destino de la entonces jefa superiora de Canarias a la provincial de Cádiz. Y esa misma mañana me llamó el director adjunto operativo y me dijo que, para mi sorpresa, que si me interesaba venir a Canarias y, evidentemente, dije que sí. El día 16 tuve una entrevista con el director general y el director adjunto operativo, ya en persona, y quedaba pendiente la firma del ministro, que la ha firmado ya, con fecha de 16 de diciembre. En el organigrama del Cuerpo Nacional de Policía, la Jefatura de Canarias es absolutamente estratégica. Entonces, pues que pongan en tus manos esa responsabilidad es un motivo de orgullo y luego, pues vamos a ver cómo retomas aquello. Pero también me han dicho que hay unos excelentes colaboradores y entre todos sacaremos…”. Respecto del territorio, asegura que “tiene sus peculiaridades. Yo estuve hace más de 30 años de vacaciones, y no lo conozco desde ese punto de vista. Ahora, me estoy tratando de empapar de datos. Sí, tiene sus peculiaridades. Ahora han creado, que está prácticamente en un estado embrionario, una Policía Autonómica, y habrá que echarle una mano en lo que sea posible. Tiene tres CIEs, y tiene 4.056 funcionarios de catálogo”. En relación a su experiencia en Algeciras en temas de inmigración, manifiesta que “claro que te sirve de experiencia. Lo que pasa es que el tipo de inmigración, la tipología allí es diferente”.
FUENTE: EL FARO INFORMACIÓN
—¿Qué balance hace de su etapa en Algeciras?
—Han sido cinco años muy, muy intensos. La verdad es que han sido cinco años con grandes momentos de inmensa alegría, como hace dos años cuando nos dieron la Medalla de Oro de la ciudad, que es el máximo reconocimiento que se puede tener, que tus conciudadanos te den la máxima condecoración, que es para llenarte de orgullo. Y luego momentos realmente trágicos, como cuando mataron al compañero, al oficial Juan Montiel, que yo no tuve el gusto de conocerlo, pero todo el mundo que lo conoció hablaba de que era una excelente persona, con una gran calidad humana. Son los momentos, los claroscuros de mi etapa. Cinco años dan para mucho.
—Pero, ¿se va satisfecho?
—Muy, muy satisfecho. Y me lo he pasado muy bien. He tenido la suerte de contar con un equipo de profesionales de lujo, porque son gente de muchísimos años, de mucha experiencia, y de aquí. Y gente que han ocupado sus plazas a plena satisfacción, y me han ayudado una barbaridad. De Algeciras no puedo más que hablar bien.
—Usted venía de El Puerto de Santa María...
—Pero yo estuve en El Puerto de Santa María veinte días. Yo iba para lo que sueles ir, un par de años, tres, cuatro. Pero a los 15 o 16 días me llama el jefe superior y me dice que si me quiero venir para acá. Y yo, encantado.
—¿Qué tipo de ciudad es Algeciras desde el punto de vista policial?
—Algeciras tiene un tipo de delincuencia que es de bajísima intensidad. El otro día leí una cosa que me dio pena, la verdad. En la valoración de los municipios de más de 100.000 habitantes, Algeciras era el último. Y, entre otras cosas, alegaban a la seguridad. Cuando yo me hice cargo de Algeciras, mis compañeros me llamaban y me daban el pésame. Me decía que si estaba loco, que dónde me había metido. Porque es que, la sensación, lo que se vende por ahí, que no entiendo por qué, es que en Algeciras están todo el día a tiros y están todo el día con los fardos de hachís por la calle, por la avenida del Carmen. No lo entiendo. Sin embargo, la delincuencia que hay aquí es de bajísima intensidad. Robos dentro de coches, robos de coches han bajado bastante, robos en vivienda o locales… Pero delitos violentos, los atracos, es raro. Y, sin embargo, parece ser que es lo que hay aquí. Y no es cierto. No voy a decir que al que le han robado esté contento. Tiene todo el derecho a estar cabreado. Pero yo trabajo con las cifras, y con las cifras no se corresponde con eso. Hay muchas broncas los fines de semana, en las discotecas, que yo no sé por qué hay esa afición a zurrarse la gente, pero cuando nos reunimos por la mañana en el briefing diario, los lunes son broncas en las discotecas y por las noches. Pero por lo demás, no.
—Es cierto que la comarca tiene una mala imagen en general, probablemente por su carácter fronterizo..
—Puede ser. Algo tiene que tener, desde el punto de visto sociológico, que yo no alcanzo a comprenderlo. El Campo de Gibraltar, por ejemplo, no da funcionarios públicos. Aquí, del número de funcionarios que integra la plantilla, hay un porcentaje bajísimo de gente de aquí. Es decir, son gente que viene de paso. Lo mismo que en el arco de la Bahía de Cádiz sí hay funcionarios, aquí no. Algo tiene que tener, porque el hecho de la mala fama, que, por cierto, no la tienen otras poblaciones de al lado, sólo Algeciras. Es una cuestión que tenéis que forzaros todos los estamentos en una campaña de lavado de imagen.
—Pero sí es un punto caliente del tráfico de droga, ¿no?
—En cuanto a droga es un punto caliente como puede ser cualquier otro. Lo que sí es verdad es que tenemos un megapuerto por el que, evidentemente, intentarán meter toda la droga que vaya para arriba, para el resto de Europa y de España. Pero no es más caliente que otros puntos. Yo no veo que haya una cosa especialmente grave en comparación con otros sitios. Sin embargo, también es otra de las famas que se le da a Algeciras. Parece que es que vayas a ir por la Virgen del Carmen y vayan a ir con los fardos de hachís en un carrito. Tampoco es eso.
—Recientemente, Barrio Vivo le dio un premio por su lucha contra la droga, y Alternativas valoraba su ascenso como un reconocimiento al éxito en este trabajo...
—Yo me marqué que el tráfico de estupefacientes no es sólo las grandes operaciones. Cuando me dieron el reconocimiento de Barrio Vivo, acabábamos de hacer el fin de semana anterior una operación de unos 700 kilos de hachís y siete detenidos. No es sólo esto. A mí me preocupa, tanto como esto, el menudeo, los puntos de venta. Está claro que si no existiese el anterior, este no iba a existir. Pero esos puntos negros destrozan. Van directamente al consumidor, casi siempre son jóvenes. Y destrozan el ambiente del barrio, porque ya no quieres ir, igual que si hay prostitución. El menudeo destroza al joven consumidor y a todo el ambiente de la barriada, porque la gente que acude allí son gente con un aspecto en concreto, puede haber peleas. Y por eso nos lo marcamos. Pero no es una actividad que haya asumido yo en solitario, sino que nos lo marcamos el equipo entero. El reconocimiento que me hizo Barrio Vivo lo hago extensivo a la gente de la Comisaría, no ya sólo a las udycos, sino a los coches patrulla, a los que están en la puerta... Pero sí me preocupó.
—Pero, da la sensación de que, desarticulación tras desarticulación, se sigue vendiendo droga en los mismos lugares. ¿Es un fenómeno inextinguible?
—Es que tienen a pervivir. A lo mejor tenemos una barriada problemática, con pocas infraestructuras urbanísticas… Y si hay allí un punto de venta, ellos van a seguir allí, y van a intentarlo otra vez. Pero, para eso estamos nosotros. Lo van a intentar otra vez porque es allí donde se sienten seguros. Tienen posibilidades económicas de trasladarse a otro sitio, pero no lo van a hacer. Esto no es un problema solamente policial. La parte nuestra es reventar los pisos. Pero es que ahí tiene que haber una implicación de todas las instituciones. Es cambiar la configuración de un barrio.
—Las coordinadoras están trabajando mucho en ese ámbito...
—Sí, sí, sí. Todas las coordinadoras están haciendo un gran trabajo para hacer más habitables los barrios. Pero no es sólo de las coordinadoras, ahí tiene que haber implicación de las administraciones, y mientras que no se impliquen las administraciones es muy difícil cambiar la configuración de un barrio.
—Durante su etapa se han conseguido muchos hitos en Algeciras, como la Comisaría nueva o los Greco. ¿Se han mejorado las posibilidades de trabajo?
—Sí, se han mejorado mucho. De hecho, cuando yo llegué aquí, veníamos de un catálogo del orden de 400 funcionarios, ahora tenemos más de 500. Ha habido sobre el catálogo original, dos ampliaciones de catálogo, en uno 22 y en el otro 35. Es decir, estamos hablando de números altos. En el tiempo que he estado lo he notado, se le ha dado a la Comisaría de Algeciras el tratamiento que se merece, de una gran importancia, porque es una Comisaría muy importante, y se le ha reconocido. Estamos hablando de un CIE y la ampliación de uso del de Tarifa, de una cárcel con 1.800 internos, un puerto con dos millones de personas pasando todos los años en la OPE… Estamos hablando de cosas muy importantes, y al final se les están reconociendo.
—Otro avance fue estructurar la Comisaría con varios comisarios...
—Se ha traducido en que el comisario jefe no tiene que asumir todas las funciones como antes. Aunque, antes de la llegada de los comisarios, había y hay una gran profesionalidad del segundo escalón, pero es que esas funciones ya las asume principalmente el segundo de la Comisaria, la Unidad de Coordinación Operativo Local. Es decir, toda la cuestión operativa, la coordina él, cosa que yo he descargado y me tengo que dedicar a la dirección pura de la Comisaría. Se nota mucho, y ha sido otro de los grandes hitos que se ha logrado. Hacía muchos años que no se hablaba de tres comisarios en Algeciras. Y ahora, porque se ha producido esta marcha mía rápida y no ha habido tiempo para convocar la plaza de segundo jefe, que me imagino que la convocarán.
—Se habla mucho de que ha cambiado el perfil del delincuente debido a la crisis, ¿lo han notado?
—No. Eso se ha conocido siempre como el hurto o el delito famélico, pero yo no lo estoy notando. O sea, el que entra en una tienda a robar garbanzos o jamones, no lo estamos notando. Que el que roba para hacer dinero no sea todo para droga y una parte importante para comer. Pues puede ser. Pero no ese está notando un cambio especial. De hecho, el año pasado, a pesar de que estábamos en plena crisis, los delitos contra la propiedad bajaron curiosamente.
—Sin embargo, hay una mayor sensación de inseguridad. ¿Es ficticia?
—Pues sí. Siempre se barajan los dos grandes conceptos de seguridad objetiva y subjetiva. Pero es muy claro. En la seguridad objetiva estamos hablando de números. No hay asesinatos ni grandes delitos, y esto es seguridad objetiva. Pero el señor que, aunque sea, le hayan levantado el monedero en el mercadillo, se coge un cabreo importante. Y tiene razón. Y para esa persona no hay seguridad. Pero yo lo entiendo. Lo que pasa es que tenemos que valorar los dos conceptos, y hay que apoyar a esa persona en todo momento, precisamente para eso , para que vuelva a tener sensación de seguridad.
—¿Qué nos puede decir de la figura de su sucesor?
—De la figura de mi sucesor no puedo hablar más que bien porque, primero, es un hombre de aquí, criado aquí. Que lleva un año aquí y ha demostrado su valía profesional, y tiene una enorme capacidad de trabajo, de las que asombra. Y, sobre todo, aunque eso es mejor que se lo dijese él, es una persona que, partiendo de un origen muy humilde, se ha hecho a sí mismo, y ha llegado a donde ha llegado, y más que llegará.
—¿Qué queda por hacer aquí?
—Tratar de conseguir, desde el punto de vista policial, que la gente quiera quedarse aquí. Yo no sé si legalmente hay alguna posibilidad o no, pero habría que buscar algo para que la gente quiera estar en Algeciras. El problema que yo le veo a Algeciras es la falta de estabilidad. . Y otra cosa, que a mí me da mucha pena, es la injustificada mala fama que tiene Algeciras. Conmigo, los algecireños pueden saber que, si no hay Embajada de Algeciras en Canarias, ya llevan una. Pero esa tarea es vuestra.
“La Jefatura de Canarias es estratégica”
Julián Márquez ya se está preparando para su nuevo destino como jefe superior de la Policía Nacional de Canarias. “La noticia la recibí una mañana, el lunes día 13, que se publicó el destino de la entonces jefa superiora de Canarias a la provincial de Cádiz. Y esa misma mañana me llamó el director adjunto operativo y me dijo que, para mi sorpresa, que si me interesaba venir a Canarias y, evidentemente, dije que sí. El día 16 tuve una entrevista con el director general y el director adjunto operativo, ya en persona, y quedaba pendiente la firma del ministro, que la ha firmado ya, con fecha de 16 de diciembre. En el organigrama del Cuerpo Nacional de Policía, la Jefatura de Canarias es absolutamente estratégica. Entonces, pues que pongan en tus manos esa responsabilidad es un motivo de orgullo y luego, pues vamos a ver cómo retomas aquello. Pero también me han dicho que hay unos excelentes colaboradores y entre todos sacaremos…”. Respecto del territorio, asegura que “tiene sus peculiaridades. Yo estuve hace más de 30 años de vacaciones, y no lo conozco desde ese punto de vista. Ahora, me estoy tratando de empapar de datos. Sí, tiene sus peculiaridades. Ahora han creado, que está prácticamente en un estado embrionario, una Policía Autonómica, y habrá que echarle una mano en lo que sea posible. Tiene tres CIEs, y tiene 4.056 funcionarios de catálogo”. En relación a su experiencia en Algeciras en temas de inmigración, manifiesta que “claro que te sirve de experiencia. Lo que pasa es que el tipo de inmigración, la tipología allí es diferente”.
FUENTE: EL FARO INFORMACIÓN
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